lunes, 28 de septiembre de 2009

Everything you are.

No bastaba más. Quienquiera que hubiese sido, estaba muerto. O bueno, lo estaría en cuanto recobrase sus facultades físicas y mentales. Un hilo de sangre caía por la comisura de su labio, bajando por la mandíbula hasta su cuello, provocándole un incómodo picor a medida que avanzaba. Se limpió con impaciencia con el dorso de su mano, dejando una estela rojiza donde antaño estuvo pálido. Era la primera vez que se enfrentaba a ello, y era el peor día para probar nuevas experiencias. Recordó todo poco a poco, mientras la impotencia volvía a su lugar acostumbrado. Un pitido en los oídos la hizo darse cuenta de la tensión que marcaban sus mandíbulas, pero si aminoraba la presión comenzaría a gritar como condenada. Pensó que debería pararse, y se vio de pie casi al instante. Comprendió la mecánica: si ordenaba un poco la línea de sus pensamientos su cuerpo actuaba por inercia. “Mátate”. No obtuvo respuesta. “Casa”. Tampoco. Sin embargo comenzó a caminar al cabo de unos segundos. No sabía dónde estaba. Al otro lado de la acera un niño asomado en una ventana la miraba sonriendo.

0 No me importa!: